Cuando hablamos de máscaras podríamos referirnos a éstas desde épocas ancestrales. Las mismas han estado presentes en todo el mundo, pero propiamente en nuestro país, nos vamos a una época en la que los indígenas las utilizaban, siendo una combinación de tradiciones españolas y de aborígenes costarricenses. Además, con la llegada de los españoles y esclavos africanos al territorio americano, era común observar manifestaciones culturales con el uso de máscaras.
Algunas referencias indican que en Cartago se utilizaban máscaras y disfraces desde la época colonial (1809). Fue hasta el siglo XIX, exactamente en agosto de 1877 cuando se realizó la primera mascarada en Cartago, cuyo motivo fue en honor a las celebraciones de la Virgen de los Ángeles. Esta fue realizada por un señor llamado: Rafael “Lito” Valerín, quien vivía en el mismo lugar, también llamado Puebla de los Pardos que es donde se halló la Virgen de los Ángeles o “La Negrita”, como la llaman de cariño.
Rafael Valerín nació en 1824, era una persona humilde y trabajadora que se dedicaba a elaborar marionetas hechas con jícaros, y también fabricaba instrumentos como guitarras, violines, bandolinas y marimbas. Además de artesano mascarero, también era fontanero, sombrerero y relojero. Un día, en en la iglesia, encontró un baúl, donde había unas máscaras de cabezas de origen español. En una esquina del lugar donde él se encontraba, vio otra cabeza e interpretó que era un mensaje de la Virgen. Con esa misma cabeza hizo un cuerpo con un armazón de madera y así creó una “Giganta.

https://www.youtube.com/watch?v=qfoquBcXIL4
Después de eso combinó su técnica y así elaboro
máscaras con de papel desechable, engrudo y cedazo; y con la tradición de
los Mantudo, Rafael confeccionó muchas máscaras y gigantas que eran
usados en las festividades religiosas de la zona.
Don Rafael tenía un hijo, Jesús Valerín, quien
trató de preservar la tradición y se dedicó a la fabricación profesional de
mascaradas, él las modelaba con arcilla, papel, yeso y alambre. Ellos dos
fueron personas ejemplares que dedicaron su vida a crear, mantener y heredar
esta tradición a muchos costarricenses.
Después del terremoto de Cartago, desaparecieron las mascaradas y en 1912, para levantar los ánimos a raíz de dicha tragedia, Jesús Valerín realizó el primer carnaval en Cartago con todas las máscaras que poseía. Jesús Valerín al envejecer les vendió los moldes a los hermanos Pedro y Manuel Freer, para conservar la tradición y llevarla por primera vez a las fiestas de Zapote, San José. Es ahí donde surgieron otros artesanos que se dedican al arte de la confección de mascaradas y las llevan a otras partes del país.
Estas fiestas son reconocidas por el “fara fara chin”,
que es el ritmo que acompaña los mantudos (personas que se envolvían en mantas
de colores con agujeros para los ojos y la nariz). Además, existe el Baile
de los diablitos, que se celebraba en las comunidades indígenas de Boruca y Rey
Curré. Estas fiestas populares se organizan por lo general, al margen de la
Iglesia católica, con diversos personajes a través de máscaras. Este tipo de
celebraciones son más una representación teatral son una cultura y una
tradición que se lleva de generación en generación.
Una de las
tareas de muchos costarricenses es conservar esta cultura para futuras
generaciones y así mantener vivo ese sentimiento.
https://www.youtube.com/watch?v=hkFgWfNbO7g
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